Zafeti vs Anmorph FULL POWER

La noche siempre había sido mi momento favorito del día. La luna brillaba, bañando con sus rayos el bosque, el cual me recordaba a mi hogar, del cual, ya hace algún tiempo que había abandonado en busca de los miembros de “La Rosa Negra”, sin tener al momento éxito alguno. Poco a poco recobré de alguna forma mis poderes, volviendo a dominar algunas de mis técnicas más poderosas para mantenerme con vida en lo que podía volver a mi mundo. Pero ahora mismo, disfrutaba de la calma del bosque, sus sonidos, su belleza, ésa parte de éste mundo sin ser tocado por el ser humano.

No confiaba en estar seguro, así que coloqué un hechizo sencillo para bordear mi campamento, Cinco círculos inactivos, por los cuales, si algún humano osaba a acercarse y lo pisaba, activaría su magia, dándome tiempo de moverme. Sin embargo, confiaba que no se acercaría ningún enemigo, así que me quité mi túnica e hice a un lado mi Kitsukuro (katana negra), para luego, meterme al río y nadar, disfrutando del agua que el Sol había calentado por la mañana.

Hundí mi cabeza en ésa agua y permanecí unos minutos bajo el agua, buscando con mi ojos de visión nocturna algún pescado para saborear más adelante.

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Magia:

Era de noche en la ciudad de Magnolia y, las luces y los sonidos no paraban de nacer en el gremio TempesT que era donde me encontraba. Mirando el cielo inmaculado manchado de estrellas. Viejos recuerdos vinieron a mi mente y me hicieron volar en mi imaginación, me veía surcando el cielo estrellado junto a mi amigo Senshi, hecho que habíamos realizado varias veces en el pasado para medir nuestras habilidades o al realizar una misión.

La melancolía se apoderó de mi y, aquellas ancias de explorar nuevos horizontes me impulsaron a levantarme.

-Solo daré una vuelta.-Me dije para asesinar aquella voz que me decía que no correspondía hacerlo.-Quedas a cargo nuevamente, Bakrov. Procura no ser agresivo con los demás.-Dije a modo de gracia mientras lo miraba y me dirigía a mi habitación que se encontraba en el 6to piso.

Al llegar allí, me coloqué aqulla armadura que tantas luchas pasó conmigo y salí volando por la ventana en dirección al bosque.

Sentía como la felicidad recorría mis venas y quemaba mi piel, me sentía renacido. Me hacía falta meditar, despejarme y, a la vez, merodiar sin preocupaciones. Me dirigí al lago que se encontraba en el corazón del bosque, aquel lago donde solia jugar de pequeño y en el cual solía pescar cuando tenía hambre.

A medida que me acercaba, la luna dejaba ver mi sombra dibujada que pasaba rápidamente por encima de las copas de los árboles y el suelo. Llegue hasta el lago y, algo me sorprendio. El agua, que se encontraba tenuemente ilúminada por la luz que emanaba de la luna, tenía una mancha negra cerca de la orilla. Me acerqué cuidadosamente y al estar a unos diez metros de él, aún estando en el aire, pude constatar que era un ser peludo, casi animal, pero del tamaño de una persona, por lo que, no podía ser un Vulcan, ya que estos son más grandes, pero aún así una extraña energía mágica emanaba de él. Luego de observarlo por un rato, me di cuenta que es lo que estaba haciendo, estaba pescando su cena. Reprimí mis deseos de saber quién era por que me parecía desubicado de mi parte molestarlo así que, me quede allí, levitando, habilidad que me brindaba mi armadura, mientras observaba que era lo que podía pescar.
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Off Rol:

set de zafeti:

Nadé, sintiendo el agua caliente recorrer a través de mi piel, acariciándome. Nadé profundo, nadé rápido y en las sombras, hasta que divisé un banco de peces. Se veían apetitosos, exquisitos, así que me zambullí ligeramente a ellos, perturbando lo menos posible el agua, sin embargo me detectaron. No les dí chance de reaccionar, lancé un cuchillo, atravesando del cuerpo a tres peces, su sangre disolviéndose en el agua.

Nadé y tomé mi cuchillo, para luego nadar fuera del río y hacia la orilla, donde tenía instalado mi campamento. Ya había recolectado unas ramas secas y leños, y con un chasquido de mis fauces y una leve llamarada después, encendí la hoguera, su crepitar resonando en el bosque.

Partí cebolla y un poco de ajo, corté tomates y zanahorias, eché un poco de aceite de semillas y freí el pescado, el aroma esparciéndose a los alrededores, pero la Luna me daba brillo suficiente para poder estar atento a lo que se pudiese acercar. Sabía que con hambre no me podría concentrar, así que en cuanto los pescados estuvieron fritos y los vegetales calientes, comí en silencio, mis oídos alertas en caso de que mis explosivos resonanaran.

Comía tranquilamente, hasta que escuché el soplar del viento, algo común en los bosques, sin embargo, el escuchar la voz de una criatura me sobresaltó, reaccionando por instinto de superviviencia, tomandel cuchillo con el que había cazado al pez y lanzarlo en dirección al sonido, de manera preventiva para alejarlo y ponerme en posición defensiva, gruñendo amenazadoramente y mis ojos reluciendo el color rojo de la sangre.

Ante mí estaba una criatura aparentemente alada, sobrevolando el círculo de explosivos que había colocado. Maldije en voz baja, olvidando las protecciones aéreas y tomando nota de recuperar aquellos hechizos. Olfateé, ya había olido a criaturas con alas, pero ésta, olía indudablemente a un humano. Muy probablemente fuese algún artefacto encantado para volar.

-¿Tlein moneki?-gruñí en mi lengua, olvidando que los humanos no hablaban el idioma bestial.- ¿Tlein tiktemoa? Amo niquincholoaya

El humano pidió que me tranquilizara, sin embargo, me sentía nervioso por esa armadura suya. En mi interior, sentí esa oleada mágica proveniente de él, una oleada que sólo había conocido en cuatro criaturas en mi mundo. No me relajé, y entendí que el humano no podía entender el Bestial, así que saqué el espejo y apunté hacia él y murmuré el encantamiento aprendido hace ya algunos años. El espejo brillo intensamente y un haz de luz salió de su garganta y se dirigió a la mía. No me agradaba aprender nuevas lenguas, pero tenía que estar seguro que nos pudiéramos comunicar.

Las palabras fluyeron por mi mente y cuando hablé usé el mismo lenguaje humano, sólo que con ciertas variaciones a las humanas aprendidas.

-¿Cómo quieres que me tranquilice si usas una armadura de tanto poder? Sólo los humanos son capaces de portar tales cosas saliendo aquí a los bosques, se cubren de la belleza natural. –gruñí, guardando el espejo en mi túnica, la cual ondeo el símbolo del “Sol Oscuro” de Bestialia. Me senté y comí mi pescado usando las zarpas, sólo elevando las orejas para escuchar los movimientos del humano. Suspiré y observé los cielos, más allá de la Luna, pensando si alguna de esas estrellas sería el Sol de Bestialia.

-No huyo humano

Off Rol:

No entiendo el último diálogo. Es para mi?

Off-rol: ¿Qué me preguntaste?

zafeti escribió:-Saludos.-Dije al cabo de encontrar alguna respuesta en mi cabeza.-¿Estas escapando de algo o alguien? Digo, se te ve nervioso y atento.-Comenté con simpatía.

Off Rol:
Perdón que os interrumpa, pero creo que la duda de zafeti surge por el cambio de color de ese diálogo, incluso a mi me descolocó un poco.

Off Rol:

Si, justamente es eso, el color del diálogo es distinto, no se si es a mi o es un pensamiento o es un recuerdo.

Off-Rol: No, mis dialogos son siempre en rojo.

El humano descendió, cosa que no me gustó, pero mantuve la mayor calma que podía, simplemente llevando mi pata a un lado, donde tenía escondida mi katana, acariciándola y sintiéndome seguro. En la oscuridad de la noche era imposible de ver, ya que estaba cubierta por la misma noche que la creó alguna vez. Un arma magnífica que me había salvado varias veces. Yo misma la forjé en los volcanes de Bestialia, cuando los dragones aún no poblaban las montañas del norte y el hielo nunca se había osado a tocar sus puntas, construida de metal, forjada con el odio que alguna vez emané, tornándose su afilada hoje de acero de color negro; su empuñadura de roble, tallada por mis zarpas, asemejaba a un zorro negro de ojos rojos saltándo contra su oponente. Su nombre, Kitsukuro, en mi lengua, "zorro de sangre" o "zorro negro".

-¿Qué criatura mágica eres? Digo, un Vulcan no eres, tampoco eres humano ya que hablas como si estos fueran otra cosa. ¿Qué eres?-preguntó el humano, su voz denotaba cierto desconcierto. Luego se dirigió a su armadura, como si estuviese viva.- Esta armadura la encontré en uno de mis tantos viajes, ella me escogió y sí, como dices porta un magnífico poder, sería una falta de respeto a ella, la que me escogió, no usarla.Entonces... ¿Porqué tan alterado? Si no huyes, ¿Porqué tanta alerta?

Ya me estaba haciendo a la idea de que los humanos de éste sitio no nos conocían. ALgo que me traía cierto desconcierto y hacía palpitar mi corazón, impulsándome a recuperar mi antiguo poder y regresar a Bestialia. Sí, teniía miedo, más que durante mi ausencia, pudiera pasarle algo a mi manada. Pero procuré disimularlo, tragando un pedazo de pesacado que había cortado con la garra y me lo comí entero, sólo sacando con cuidado las espinas y colocándolas en una vasija de obsidiana que había tallado al lado opuesto de donde estaba mi katana.

El humano, al no recibir respuesta inmediata, continuó su monólogo.

-Disculpa mis modales, soy zafeti. Maestro del Gremio de magos "TempesT".-dijo, retirándose el casco pudiendo ver su rostro humano, teniendo el cabello rubio y los ojos violeta. Gruñí un poco, varios de los humanos que nos atacaron tenían su pelaje amarillo y recordarlo me hizo sentir incómodo.- Salí a dar unas vueltas para despejar mi mente y vine a este lugar, un lugar especial, el cual me acogió innumerable cantidad de veces. Si escoges un lugar así, debes estar buscando alguna respuesta. ¿Me equivoco?-

Me encogí de hombros y tragué más pescado, cuidando que las espinas no cayeran al suelo o me las deglutiera. Medité mis palabras, ya tenía demasiados enemigos en éste mundo.

-Mi nombre es Anmorph Crystol, un vulpino de Meilan, provengo de Bestialia. Y lo que suceda conmigo supongo no es de vuestra incumbencia.-respondí, mis ojos mirándo de reojo, brillando con su tono rojo sangre.- Los humanos tienden a darle mucho aprecio a lo material, hasta darle cierta "vida". Los Bestiales no solemos apegarnos a lo material. -me mordí un poco la lengua y dejé de acariciar mi katana. Olvidaba con frecuencia ésa aptitud de nuestra raza. Al fin y al cabo, Kitsukuro seguía siendo mi arma, aún teniendo ese "secreto" en su interior. Me preguntaba a veces si aún no fuera por aquél "detalle", podría tomar esas filosofía más a pecho.

Gruñí por el comentario del humano, y por inercia, tomé la katana yla desenvainé. Al momento de hacerlo, unas poderosas ondas oscuras se dejaron sentir en el lugar, y todo cuanto tuviera luz, incluso la luna y las estrellas, desaparecieron. Las plantas gimieron, sus llantos acosados por el poder oscuro de mi espada, una respeusta que me dolía escuchar, sin embargo, nadie me iba a comparar con un humano.

Al final y al cabo, Kitsukuro no era una katana.

Detrás de mí se formó, surgió una sombra de ojos rojos, Andaba a cuatro patas, y desde una altura de unos tres metros, observó al humano. Una sonrisa de dientes blancos apareció en la cara de la Sombra, y se burló. Conocía bien a Kitsukuro, ambos estabamos muy sincronizados.

La sombra se agazapó y se acercó, su nariz docano la frente del humano. Su energía tan densa, que la hierba debajo del cuerpo energético de Kitsukuro empezó a lamentrse y marchitar.

-No me confundas con algo sin vida, humano. ¡Podrías perder la tuya!-se rió, su aliento de fuego acariciando el cuerpo del humano, para luego levantarse y desaparecer dentro de la katana y la volví a envianar. En cuanto lo hice, todo volvió a su lugar, los gemidos de las plantas habían cesado y las hierbas, ahora con un ligero tinte marrón, volvían a respirar.

Yo me senté y deje a un lado la katana. Sabía que Kitsukuro seguiría despierto.

Tomé de mi bolsillo cristales con color verde, brillantes, del tamaño de nueces y girasoles, y tras murmurar unas palabras en mi idioma, los sembré en la tierra. Tras un leve chasquido, producto de la energía liberada, y un gemido en el viento que parecía un suspiro de alivio, las plantas se regeneraron. Mientras, con mi otra pata, moviéndola en pequeños circulos, se concentraba los residuos de la energía que Kitsukuro había liberado y, en el aire, aparecían nuevos cristales, pero éstos de color negro, cayendo pesadamente dentro de un morral que usaba para contener los cristales, la había dejao abierta, así que el humano podía ver que poseía cristales de diferentes tonos.

Una vez terminado, comí un nuevo trozo de pescado como si nada hubiera pasado. Había vaciado mi cuenco y me acerqué al río para lavarlo y mi pelaje para secarlo un poco, y finalmente empacarlos, junto con los cristales.

-Cómo habrás notado, a Kitsukuro no le gusta que lo tomen por algo sin vida, ya que es un dereki de Bestialia.-respondí a una pregunta insonora, tratando de mantener la calma, ahora sí, de forma consciente, tocando la gema de mi corona, murmurando palabras en un segundo idioma, que sonaba a los gruñidos y rugidos suaves de un dragón. Odiaba hacerlo, pero tenía que calmar mi ímpetu asesino que las palabras del humano provocó en mi.

La joya reaccinó, liberando un mortecino brillo azulado.

Off-rol: Permíteme hacer un poco de metarol zafeti, quiero hacer algo
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Escuché las palabras del humano, y en cuanto me dio la espalda, me empecé a reír con todas mis fuerzas. No era una risa de superioridad ni de sarcasmo, realmente me había hecho reír. Rodeé sobre mi espalda, convulsionando por la risa que se dejó oír hasta lo más recóndito del bosque, parecía que el mismo bosque se riera conmigo.

En cuanto me pude tranquilizar, en ahogadas risas, logré expresar.

-¿Un humano, yo? ¡Qué cosa más absurda teneis intentando comparar lo que no entienden. -Sonreí y volví a reír emocionadamente.- Kitsukuro noes un parásito, es un alma viviente al igual que la vuestra. A diferencia de la creencia humana, los bestiales no usamos energía de nuestro cuerpo si no es necesario. Compartimos e intercambiamos energía con nuestro entorno, aún en éste mundo, puedo sentir la vitalidad, la energía oscura y la de luz que emanan los seres humanos. ¿Dices que vuestra armadura esta viva, pero no sabes definir la razón?
¿Has en algún momento hablado con ella, realmente entender su esencia?

Mis ojos se volvieron de un color rojo brillante, sabía que lo que haría lo sentiría él, mi intención no era dañarlo, sino analizar su fuente de poder. Mis ojos, a diferencia de muchos bestiales, habían adquirido una habilidad divina, pudiendo ver con facilidad los elementos de la gente, incluso sus vínculos con su entorno.

El humano poseía dos auras, sin embargo, una se enfrascaba a su armadura. Una luz que latía, que vivía, que respondía, y sentía esa nostalgia que alguna vez sentí de Kitsukuro al estar sellado por primera vez. Entonces entoné una canción en mi lengua. La lengua Bestial.

Piltototsin, ¿kenke tikuika?
Na nikuika pampa niyolpaki,
na nikuika pampa nochipa tlanesi
uan ta, ¿kenke axtikuika?
Piltototsin, ¿kenke tikuika?
Na nikuika pampa niyoltok,
na nikuika pampa amo nikokojtok,
uan ta, ¿kenke ax tikuika?
Piltototsin, ¿kenke tikuika?
Na nikuika pampa nitlayejyekmati,
na nikuika pampa onkaj tonati
uan ta, ¿kenke axtikuika?

La armadura empezó a resonar a mi canto, sabía lo que pasaría a continuación. Mis ojos se volvieron café oscuro, más blandos y una lágrimas se escapó de mi mejilla. La respuesta era sencilla.

-¡Sí, ésa alma te escogió, sin embargo, no la sabes usar a todo su potencial.

Escuché sus palabras, no me sorprendían en lo más mínimo. Sonrió y lo observo desde mi sitio.

-El que está sordo es vos. De eso ya me había dado cuenta ahce tiempo, sin embargo, ya he estudiado su magia y varios de mis poderes han vuelto. -resoplé, molesto por tratar de enseñarle a un humano. ¿Cuántas veces lo tenía que repetir?.-En realidad, tienes razón, Kitsukuro emana la misma energía que yo por una razón.-clavé la espada a mi lado, su hoja relucía con la luz de la noche, pero no emitía nada ahora, era una simple espada. Tanto fue el cambio que estaba seguro que el humano lo notaría.- Emana la misma energía porque ése ser soy yo al mismo tiempo. Es una mitad de mi alma que fue sustraída de mi cuando apenas era una cría.

No solía confesar éso, pero era algo si relevancia. La verdad, Kitsukuro y yo habíamos estado separados tanto tiempo, que cada quién creó su propio flujo de energía, por lo que podíamos vivir perfectamente sin el otro, pero tras las peleamos que hemos tenido juntos, nos hemos vuelto a sincronizar, conservando ésa nueva naturaleza.

Continué sin vacilación, no me importaba, esperaba pronto recuperar mis poderes para volver a Bestialia. Así que supuse que hablar más no sería un riesgo.

-Otra cosa humano, no me has respondido si hablas con tu armadura, si la ves frente a frente así como Kitsukuro se ha dejado ver.- sonreí. No podía star seguro, pero mis palabras le han dejado un eco.- Lo que dije fue un antiguo poema que mi madre me enseñó para hablar con las almas de Bestialia, y aquí he visto que aplica lo mismo. Serán diferentes mundos, pero comparten una misma fuente energética. ¿Acaso sabías eso? Las reglas difieren, pero la fuente es la misma, todo proceden de las "gemas". He escuchado que hay magos aquí buscando una famosa "Magia Cero". ¿Me dices ignorante a mí?
¡Je! Te aseguro que ésa que llaman "Magia Cero" está en sus narices y no la reconocen.

En ése instante, aullé a la luna, mi aullido se hizo escuchar a kilómetros, y entonces, muchos animales acudieron, pero eso no fue todo, las plantas empezaron a moverse sin el viento, como si tuvieran consciencia propia. Varios zorros se me acercaron y me rodearon, seguido de lobos y coyotes, un poco apartados, más intimados al ver a los carnívoros, estaban los venados. Sin embargo, nadie se movió.

Les había hablado para preguntarles, qué sabían del humano. Ellos me respondieron y sus sonidos, para mi palabras mentales de sus pensamientos, me respondieron.

-Zafeti, un miembro de Fairy Tail, pero que por cerrarse, tuvo que vagar en un gremio aborrecible y despiadado, para luego fundar el que tienes ahora, tempest. Mientras tu amigo, fundó algo más relacionado a Fairy Tail; Old Tails. Un maestro de artes marciales y habilidades basadas en Luz, Rayo y Fuego. Por lo que supongo que mi energía, el Fuego Oscuro lo hace repeler como lo he notado. Una armadura estelar con el alma de Pagasii, un alma atrapada. Supongo que no se ha resignado a vivir allí dentro y a ayudarte, pero, no deja de tener ése anhelo de algún día, ser libre como antes.

Me le volví a ver al humano, se quedó allí, escuchando.

-Dices que soy igual a ustedes, los humanos. En parte tienes razón, he sido condenado a vivir eternamente por el pecado de mi abuelo, una aberración de los Ferales al intentar alcanzar una magia prohibida... Soy producto de ése resultado generacional. -gruñí, un dolor en el pecho se había abierto al recordar todo ése pasado. Sin querer, una onda de ése dolor se reflejó en mi energía, y ahora, era mi propia magia la que se emanaba, un dolor que hizo eco en los animales y plantas, quienes se arrodillaron, llorando.-¿CREES QUE ES JUSTO PARA MI VIVIR TRES MIL AÑOS SIN PODER MORIR Y VER COMO LOS HUMANOS MATAN A MÁS BESTIALES Y FERALES POR SU PROPIO ANHELO DE PODER? ¿SABER AHORA QUE LOS HUMANOS SON LA CAUSA DE LO QUE SOY? ¿VER COMO EXTERMINAN A LOS DE MI MUNDO SIN COMPASIÓN? ¡DEBERÍA YO MATARLOS A TODOS POR TENER EL PODER PARA HACERLO, ASÍ COMO USTEDES MATAN A LOS MIOS, SIN TENER PIEDAD, PERO AQUÍ ESTÁS, DESPRECIANDO A ALGUIEN QUE NI CONOCES, SE TE HUELE EN LOS CALZONES, Y YO NI TE HE TOCADO? -mis ojos se volvieron rojos como sangre, era demasiado tarde, mi control se había perdido. Caí de rodillas, sintiendo el dolor que había creado, tratando de contenerlo, La gema en mi corona brilló y me envolvió en su poder.-¡ARGHHH! -lloré, lastimado por mis propios sentimientos, sin pensarlo dos veces, tomé mi katana y recité un conjuro, hiriéndome en la pata para formar palabras en la tierra. Pero perdí la razón y me lancé contra el humano, con el arma en alto, directo a su pierna. 

Mientras, los animales se quedaron allí observando, los herbívoros huyeron, pero los carnívoros se quedaron, sus ojos perdidos en la infinidad del espacio, inmutables.

Ya no estaba pensando, simplemente quería destruir al humano que me había insultado también a mí. Si hay algo que realmente no toleraba, era que me compararan con los humanos.El humano evadió mi ataque, al hacerlo, cerré los ojos y el flujo de aquella energía que me poseía se concentró en mi espalda, a nivel de los omóplatos y, como si una semilla creciera en cámara ultra rápida, un par de alas con plumaje negro aparecieron, dándome el poder de volar y sostenerme en el aire sin ninguna dificultad.

Mis ojos brillaron de color rojo intenso cuando el humano hizo aparecer un aro de luz con su mano derecha, hecha enteramente de luz. Mi katana por su parte, brillo con un aura oscura nuevamente, y en un segundo, se prendió con un fuego de color negro totalmente. Supuse que me atacaría así que tenía que preparar un contraataque efectivo.

Sin dejar de observar al humano en su armadura, descendí a ras del suelo, cerca de donde el agua fluía en el río. Descendí mi cola, la cual empezó a trazar círculos en el barro, pero para el humano, simplemente sería un movimiento de cola.

Los cinco círculos estaban completos al trazar las línea correctas, no necesitaba verlo ya que las conocía. Sentí cómo mi magia me abandonó en ése instante, un pequeño pago para activar el poder del círculo en el momento adecuado.

-¡Venga! ¿no que muy cabreado? -gruñí con una sonrisa en el hocico.- ¡Si tan buenos son los humanos, ¡demuéstramelo! ¡En los tres mil años de vida que tengo, sólo uno ha demostrado ser un humano digno!

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MAGIA:
Bomba de fuego:
Permite dibujar cinco círculos mágicos inactivos, por lo que no son visibles. Si algún jugador quiere pasar por donde se localizan, deberá lanzar un dado de diez caras. Si sale par, la bomba detona, produciendo daño, y se desactivan el resto de las bombas. Si sale impar, el convocador tiene la posibilidad de mantener la magia por un costo mínimo por turno.
Costo activación: 20 Costo para mantener: 5