Caída de Meteoritos (Magnolia) +18 (Anrmorph Crystol - Narrador)

Estaba por revisar al niño de cerca, pero entonces sentí demasiada náusea y la visión se me hizo borrosa. Sentí punzadas de dolor en mis zarpas y, al verlas, vi que estaba muy dañado, por todo lo que tuve que excarvar.

La sangre brotaba a raudales, mis garras habían desaparecido y sólo quedaba carne roja y caliente. Me sentí profundamente mareado, y todo me dio vueltas. No se exactamente, pero sentí como me aferraba a la criatura en mis brazos.

Escuché varias voces, pero se me hacían inteligibles. No sabía que estaba pasando, hasta que sentí que mi cuerpo era levantado en el aire y reposado en algo duró, pero firme y plano.

Traté de hablar, pero ni yo mismo podía gobernar mis labios.

Me dejé llevar por el cansancio y dormí.

La oscuridad y el estado de la niña me habían apartado de algo más importante, y era el aspecto que presentaba el zorro negro. No sabía si era más urgente llevarlo a él dentro del carro o a los dos, a el junto a la niña. Intentaba aupar al animal antropomorfo hasta que Angus apareció, en un vano amago de usar su magia que le hizo perder la cabeza en un mar de palabras que no llegaban a nada. No sabía bien como responder ante la escena, hasta que los nervios de Angus me incitaron a reaccionar - Podemos llevarlos a ambos en la carreta, o al menos a Anmorph que es quien más pesa... - me agaché a su altura en el suelo tomándole por los hombros - Yo puedo encargarme de la niña, pero necesito que aúpes al zorro hasta la carreta. Mírame, aun no hemos perdido a nadie, tendrás tiempo de lamentarte después - ayudándole a levantarse y a cargar a ambos en la carreta.

Perdón por mi estado de hace un momento. Tenemos que ser fuertes. Tenemos que resistir para que ellos resistan. Por unos momentos, me olvidé de ello. La próxima vez que veas que hago lo mismo. Golpéame por favor.

¡Aquí nadie va a golpear a nadie! - empujaba la carreta apartándome el pelo de la cara para mirarle bien - Es normal que pierdas los estribos, ¿vale? Yo también estaba nerviosa hasta que llegaste. Solo céntrate en lo que tenemos que hacer o perderemos más gente... y gracias, por haber llegado a tiempo - terminaba por confesar más relajada - Zorro, no te duermas, tienes que permanecer con nosotros.